Esta ensalada está de vicio. El mayor logro es haber conseguido que una amiga que ‘no come verde’ disfrutara con ella. No sé muy bien el origen… a mi me viene a través de una prima.
Además de sana, tiene una mezcla de sabor muy curiosa y difícil de explicar así que mejor la probáis y me contáis. Por cierto que se comenta que la rúcula es afrodisíaca, además de diurética.
Ingredientes: 1 bolsa de rúcula , 1 bolsa de canónigos, 1 mango maduro (de los que ya están rojos o anaranjados… los verdes… Norrrrrrrr!!!), 1 aguacate (como siempre, el aguacate debe ser marrón, no verde y un poco blando pero que no demasiado. Si hay dudas le decís al frutero/la frutera, que es para consumir el mismo día y que os lo elijan), 1 lata de maíz dulce, sal, aceite de oliva virgen extra, nueces, azúcar (opcional) y vinagre de Módena en crema (lo encontráis seguro en el Corte Inglés aunque cada vez lo veo en más supermercados)
Para combinar: más que combinar, tened en cuenta que la rúcula amarga un poco así que es mejor pecar por menos que por más. También podéis hacer la ensalada con brotes verdes. Eso sí, la lechuga y la escarola no triunfan igual.
Y ¿cómo se hace?: coloca en una fuente mediana (porque no hay que hacerla en bol o ensaladera dado que se trata de que al pinchar lleves al tenedor todos los ingredientes) toda una base con la rúcula y los canónigos y echa una pizca de sal, no mucha. Pela el mango y córtalo a láminas pensando en colocarlo encima de esa base de lechuga. Haz lo mismo con el aguacate y colócalo encima y por los lados del mango, si te sobra, . Abre y escurre la lata de maíz y espárcela bien por toda la fuente/bandeja. Saltea las nueces en una sartén con un pelín de azúcar y hasta que se doren un poco. Espárcelas como el maíz.
Añade más sal (especialmente por encima del aguacate que es muy insípido) como cuando haces cualquier otra ensalada. Aliña también con el aceite y con la crema de vinagre de Módena (puedes hacer un dibujito encima porque es muy espesa :))
Ya veis que no tiene ningún misterio pero os puedo asegurar que, como primer plato, gusta allá donde va.
Ya me contaréis!
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